Sandra, como cada mañana se preparaba para ir al instituto. Cuando bajaba a
desayunar con su familia no podía imaginar que la vida le tenía preparada una
sorpresa que daría un giro de 360 grados a su rutina diaria.Algo intuyó
cuando se encontró a papá con cara de circunstancia, le entregó una carta que
abrió con rapidez. No se le podía creer, había sido admitida en la Universidad
de Madrid y entre risas y sollozos comenzó a brincar de felicidad, la cuidad de
sus sueños la estaba esperando.Era su salvación, por fin perdería de vista a
todas las compañeras de clase que habían sido tan crueles con ella, pero también
tendría que dejar atrás a sus dos amigos y confidentes desde la infancia: Fran y
Alonso.Bajó la escalera consciente de que este sería su último día en el
“Astoria” y tendría que vivirlo a tope.En el portal, Fran la esperaba
impaciente para ir juntos a clase. Al abrir la puerta, él que la conocía bien
notó algo raro en su rostro…¿Qué será?. Sandra irradiaba una sonrisa tan
hermosa como desconcertante que le dejó un poco confundido.No pudo callarse
por más tiempo, se armó de valor y con voz temblorosa preguntó a su amiga, ¿Qué
te ocurre?. Ella pletórica de felicidad se lo contó todo sin dejar de sonreír.
El joven se quedó atónito, inmóvil, sin poder reaccionar ante aquella noticia
que le arrebataba a su amor, su corazón se partió en ese instante, desconocía
que llevaba toda su vida enamorado de ella y ahora una beca les separaría para
siempre.Al llegar al instituto, se encontraron a Alonso en el patio. Sandra
le dio la noticia y este al contrario que Fran, la abrazó y se alegró
enormemente de que Sandra pudiera hacer realidad aquello por lo que tanto había
luchado.A continuación, sonó la campana y los tres amigos se dirigieron a
clase y como a diario el grupo de chicas que se hacían llamar “Las Divinas” se
acercaron a Sandra para insultarla, humillarla e increparla por ser la alumna
más brillante y reírse de su fama de empollona.Pero hoy era su día. Su
felicidad le dio la fuerza necesaria para enfrentarse a ellas. Ya no tenía miedo
y puso a cada una en el lugar que les correspondía y lo mejor de todo es que ya
no tendría que sufrir sus desaires, no las volvería a ver nunca más.Se
sentaron en sus pupitres, pero Fran estaba hundido, triste y sin consuelo
pensando en que no volvería a verla. Decidió que antes de su marcha, Sandra
tenía que saber todo lo que sentía por ella y llevaba callado durante tanto
tiempo.Llegó la hora del recreo y todos salieron al patio menos él. Se quedó
solo en su silla, escribió una nota a su amada que dejó bajo el pupitre en la
que se podía leer: “A las 21:30 en el lago. No se lo digas a nadie”.
Terminado el recreo y al sentarse en su pupitre, Sandra observó que asomaba
un trozo de papel y disimuladamente lo cogió y al abrirlo se quedó más atónita
que sorprendida. ¿Quién podía citarla en ese lugar que sólo ella conocía e iba
cada vez que necesitaba alejarse de la realidad, y sentirse libre, aunque fuese
por unos minutos?Terminaron las clases pero esta vez ella no esperó a sus
amigos para volver a casa. Se marchó corriendo, solo podía pensar en la
identidad de la persona que la había citado en ese bello lago.Sin dejar la
intriga que la embargaba, preparó su equipaje para su viaje a Madrid al día
siguiente.Cuando tuvo todo listo, se puso sus mejores galas y su perfume
favorito para acudir rauda y veloz al encuentro de lo desconocido, con la
esperanza de que el anónimo fuese de Fran. Ella no había olvidado el brinco que
dio su corazón el primer día de parvulario, cuando sentada en la alfombra verde,
sola y entre sollozos, apareció ese niño moreno, de piel blanca y unos ojos
verdes que la enamoraron al momento, y de como se acercó a ella con esa sonrisa
fresca y picarona para consolarla y secarle las lágrimas que rodaban por sus
rojizas mejillas. Le dio la mano y dijo: “Ven conmigo enana, nunca te dejaré
sola” y hasta hoy no le había fallado.Llegó al lago y junto al embarcadero
vio una sombra, ¿sería Fran u otro chico de la clase?. Le temblaban las piernas
y cuando estuvo cerca de él, algo le impedía llamar su atención. Fran giró la
cabeza y se quedó boquiabierto al ver ante sus ojos a la niña más hermosa del
mundo y estaba allí por él. Tenía tanto miedo de que no acudiese a la cita que
no pudo evitar que brotasen de sus lindos ojos dos lágrimas que a la luz de la
luna parecían perlas.Ella sin darle opción alguna al joven le abrazó tan
fuerte, que el tiempo se detuvo en ese mismo instante. Besó su frente con la
dulzura y ternura de una adolescente enamorada que no necesita más pruebas, para
saber que Fran sería su único y verdadero amor, el hombre de su vida.Fran se
acercó a su oído y susurró suavemente: “Por muy lejos que te vayas, por mucho
que te separes de mi, siempre volveré a por ti, te lo prometo”. Le cogió las
manos y continuó diciendo: dedícate a estudiar, a ser una chica honesta y
responsable, intenta ser la mejor y a lograr hacer realidad aquello por lo que
tanto has luchado.Cuando te encuentres triste y pienses que el mundo se
hunde a tus pies, busca una fuente al atardecer, mira la luna fijamente que yo
estaré sentado para recordarte que te estaré esperando hasta el infinito y más
allá, apoyándote y echándote de menos.Otra cosa cielo, cuando veas las
estrellas parpadear quiero que sepas que es un lenguaje secreto. Cada vez que lo
hagan con su lindo fulgor significarán un te quiero con letras mayúsculas.Y
ahora cierra los ojos, te daré mi regalo de despedida…La estrechó
tiernamente entre sus brazos y sellaron su primera cita, con el beso más
apasionado y hermoso que jamás, nadie podría describir con palabras...
desayunar con su familia no podía imaginar que la vida le tenía preparada una
sorpresa que daría un giro de 360 grados a su rutina diaria.Algo intuyó
cuando se encontró a papá con cara de circunstancia, le entregó una carta que
abrió con rapidez. No se le podía creer, había sido admitida en la Universidad
de Madrid y entre risas y sollozos comenzó a brincar de felicidad, la cuidad de
sus sueños la estaba esperando.Era su salvación, por fin perdería de vista a
todas las compañeras de clase que habían sido tan crueles con ella, pero también
tendría que dejar atrás a sus dos amigos y confidentes desde la infancia: Fran y
Alonso.Bajó la escalera consciente de que este sería su último día en el
“Astoria” y tendría que vivirlo a tope.En el portal, Fran la esperaba
impaciente para ir juntos a clase. Al abrir la puerta, él que la conocía bien
notó algo raro en su rostro…¿Qué será?. Sandra irradiaba una sonrisa tan
hermosa como desconcertante que le dejó un poco confundido.No pudo callarse
por más tiempo, se armó de valor y con voz temblorosa preguntó a su amiga, ¿Qué
te ocurre?. Ella pletórica de felicidad se lo contó todo sin dejar de sonreír.
El joven se quedó atónito, inmóvil, sin poder reaccionar ante aquella noticia
que le arrebataba a su amor, su corazón se partió en ese instante, desconocía
que llevaba toda su vida enamorado de ella y ahora una beca les separaría para
siempre.Al llegar al instituto, se encontraron a Alonso en el patio. Sandra
le dio la noticia y este al contrario que Fran, la abrazó y se alegró
enormemente de que Sandra pudiera hacer realidad aquello por lo que tanto había
luchado.A continuación, sonó la campana y los tres amigos se dirigieron a
clase y como a diario el grupo de chicas que se hacían llamar “Las Divinas” se
acercaron a Sandra para insultarla, humillarla e increparla por ser la alumna
más brillante y reírse de su fama de empollona.Pero hoy era su día. Su
felicidad le dio la fuerza necesaria para enfrentarse a ellas. Ya no tenía miedo
y puso a cada una en el lugar que les correspondía y lo mejor de todo es que ya
no tendría que sufrir sus desaires, no las volvería a ver nunca más.Se
sentaron en sus pupitres, pero Fran estaba hundido, triste y sin consuelo
pensando en que no volvería a verla. Decidió que antes de su marcha, Sandra
tenía que saber todo lo que sentía por ella y llevaba callado durante tanto
tiempo.Llegó la hora del recreo y todos salieron al patio menos él. Se quedó
solo en su silla, escribió una nota a su amada que dejó bajo el pupitre en la
que se podía leer: “A las 21:30 en el lago. No se lo digas a nadie”.
Terminado el recreo y al sentarse en su pupitre, Sandra observó que asomaba
un trozo de papel y disimuladamente lo cogió y al abrirlo se quedó más atónita
que sorprendida. ¿Quién podía citarla en ese lugar que sólo ella conocía e iba
cada vez que necesitaba alejarse de la realidad, y sentirse libre, aunque fuese
por unos minutos?Terminaron las clases pero esta vez ella no esperó a sus
amigos para volver a casa. Se marchó corriendo, solo podía pensar en la
identidad de la persona que la había citado en ese bello lago.Sin dejar la
intriga que la embargaba, preparó su equipaje para su viaje a Madrid al día
siguiente.Cuando tuvo todo listo, se puso sus mejores galas y su perfume
favorito para acudir rauda y veloz al encuentro de lo desconocido, con la
esperanza de que el anónimo fuese de Fran. Ella no había olvidado el brinco que
dio su corazón el primer día de parvulario, cuando sentada en la alfombra verde,
sola y entre sollozos, apareció ese niño moreno, de piel blanca y unos ojos
verdes que la enamoraron al momento, y de como se acercó a ella con esa sonrisa
fresca y picarona para consolarla y secarle las lágrimas que rodaban por sus
rojizas mejillas. Le dio la mano y dijo: “Ven conmigo enana, nunca te dejaré
sola” y hasta hoy no le había fallado.Llegó al lago y junto al embarcadero
vio una sombra, ¿sería Fran u otro chico de la clase?. Le temblaban las piernas
y cuando estuvo cerca de él, algo le impedía llamar su atención. Fran giró la
cabeza y se quedó boquiabierto al ver ante sus ojos a la niña más hermosa del
mundo y estaba allí por él. Tenía tanto miedo de que no acudiese a la cita que
no pudo evitar que brotasen de sus lindos ojos dos lágrimas que a la luz de la
luna parecían perlas.Ella sin darle opción alguna al joven le abrazó tan
fuerte, que el tiempo se detuvo en ese mismo instante. Besó su frente con la
dulzura y ternura de una adolescente enamorada que no necesita más pruebas, para
saber que Fran sería su único y verdadero amor, el hombre de su vida.Fran se
acercó a su oído y susurró suavemente: “Por muy lejos que te vayas, por mucho
que te separes de mi, siempre volveré a por ti, te lo prometo”. Le cogió las
manos y continuó diciendo: dedícate a estudiar, a ser una chica honesta y
responsable, intenta ser la mejor y a lograr hacer realidad aquello por lo que
tanto has luchado.Cuando te encuentres triste y pienses que el mundo se
hunde a tus pies, busca una fuente al atardecer, mira la luna fijamente que yo
estaré sentado para recordarte que te estaré esperando hasta el infinito y más
allá, apoyándote y echándote de menos.Otra cosa cielo, cuando veas las
estrellas parpadear quiero que sepas que es un lenguaje secreto. Cada vez que lo
hagan con su lindo fulgor significarán un te quiero con letras mayúsculas.Y
ahora cierra los ojos, te daré mi regalo de despedida…La estrechó
tiernamente entre sus brazos y sellaron su primera cita, con el beso más
apasionado y hermoso que jamás, nadie podría describir con palabras...